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La espiritualidad alemana, tan diferente de la española, no da para procesiones como las que desfilan por nuestras calles estos días, pero sí aparece reflejada en algunas bellas tradiciones. Son muy conocidos los huevos de pascua decorados artesanalmente y los bizcochos en forma de cordero. Pero la que más me llama la atención, personalmente, es la cabalgata pascual que tiene lugar en la región de Oberlausitz.
Cada domingo de Pascua, hombres ataviados con trajes de fiesta y sombreros de copa y montados en caballos hermosamente adornados, desfilan de pueblo en pueblo, en el estado alemán de Sajonia. Según una antigua costumbre, los aproximadamente 1.600 jinetes pascuales realizan la cabalgata movidos por su profunda y renovada convicción religiosa. El vistoso desfile, que los lleva por las parroquias vecinas, tiene por objeto que los caballeros anuncien la resurrección de Jesucristo, gritando “¡Cristo ha resucitado!” a todos aquellos que los esperan, apostados a lo largo de las calles. Los hombres que van en la primera fila de cada uno de los cortejos portan guiones, estandartes y una cruz.
Es una tradición antiquísima. Los primeros desfiles de los que ha qudado constancia histórica datan del año 1490. En el triángulo formado por las ciudades de Bautzen, Hoyerswerda y Kamenz, territorio donde se encuentran asentados los sorbios católicos, una minoría eslava occidental, se realizan en total nueve procesiones, que en su conjunto pasan por más de 30 localidades. Los jinetes pascuales de Bautzen, Crostwitz, Nebelschuetz, Ostro, Panschwitz-Kukau, Radibor, Ralbitz y Storcha rezan y cantan en lengua sorbia, mientras que los Wittichenauer también lo hacen en alemán.
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