Comienzo de la selección del
Caballo Chileno de Pura Raza en 1700

Capitulo III

Bibliografía: Escritos de 1760 del padre jesuita Miguel de Olivares sobre la Agricultura de Chile.

De los ganados i minas de este reino de Chile.

“En la abundancia de todas especies de ganados, i de los individuos de cada especie, no sé haya región alguna que exceda a esta, i sé que ella excede a las mas común i próvida madre de todas las especies  doctrinales que crió la bondad de Dios para mostrar sus cariños con el hombre, en la solicitud de sus comodidades, a todas las produce”.

“Conocer tan increíble la copia de estos ganados en este Reino, aun fuera mayor  si la desestimación no influyera en el descuido, i porque algunos con errado dictámen entendiendo con superficial cuidado, a los animales que nos mantienen con sus carnes o visten son sus lanas o sirven para el tiro, o la carga, o lo colocan el esmero en la cría i educación de los caballos, i es cierto que la noble calidad de las de este reino disculpa la demasiada afición que les tienen los naturales.

Son admirables en la celeridad de la carrera, en el aguante al trabajo, en el brío de acometer  los riezgos, en el garbo del movimiento, en la prontitud de coger i deponer el coraje, en la docilidad de la obediencia i en la hermosura de la forma.  
Para la cría de éstos elijen dueños de haciendas, las yeguas de mejores de la raza, de mayor corpulencia i mayor talle, con un caballo de padre de calidades sobresalientes i experimentadas.

Los potros que nacen se amansan, en edad de tres años; i desde luego los acostumbran a los trabajos mas duros de la hacienda, que son aquí ordinariamente cuidar las vacadas, en que los toros i novillos de mas indómita ferocidad dan harto ejercicio al valor i paciencia de los caballos, porque para todos los usos de esta calidad, se valen aquí vulgarmente del instrumento que llaman lazo, que es correa gruesa i retorcida de cuero de toro que atada por una  extremidad  la cincha o pescuezo del caballo, sirve en el otro estremo para enlazar i sujetar los animales mas indómitos.

Este ejercicio no solo sirve para amansar los caballos sino para conocerlos; aquí se vé el garboso, el suelto, el que se precipita a  mucha carrera a  la amenaza de la espuela o amago de la vara, i que hace mas regulares los jiros a la obediencia de la rienda, i cualquiera otra calidad estimable, o al contrario; i después de conocida su índole se aplica a aquellos destinos; para que es mas proporcionado.

Los de naturaleza mas mansa i noble, se reservan para la silla de dueño de la hacienda i ántes de llegar a eso los entretienen en otra mas pulida enseñanza, a los no tan buenos se dejan en el mismo ejercicio de cuidar las vacadas o se les educa otro alguno a su plebeya cualidad.

Los mejores lo son en tanto grado, que llegan a venderse en 400 pesos i algunos en 1,000, que es mucho precio en pais en que abunda tanto esta especie de brutos i aun se han conducido a la Europa para regalarlos a los Príncipes, haciéndoles caminar por tierra centenares de leguas, i muchas mas por mar; a tan alto aprecio sube el justo aprecio de su excelencia.

Pero el sufrimiento al trabajo i robustez de estos animales, llega a tocar en lo increíble, i no se puede escribir sin el recelo de no hallar fé en los lectores.

Hai caballos que con el peso de un jinete robusto i de una silla no liviana caminan en doce horas cincuenta leguas”.

Desde estos remotos tiempos el caballo chileno se cuidaba, seleccionaba y adiestraba, tanto en la rienda como en lo vaquero, por lo cual su morfología, rusticidad, memoria e instinto resero se hizo tan fuerte y marcado luego de más de 30 generaciones hasta la actualidad.

En Chile nunca existieron manadas de caballos salvajes.

Del entretenimiento de carreras de caballos i apuestas en ellas.

“En todas las jentes i naciones se van los hombres naturalmente tras de sus divertimentos, porque bien advertidos de la mísera condición de su trabajosa vida i del pesado yugo de afanes, la heredada infelicidad de los primeros autores del linaje humano, procuran aliviar su dura servidumbre con divertir sus cuidados i aliviar sus afanes; por cierto no mal como que se tomen con moderación; los entretenimientos entre todos los de este Reino, es el mas célebre el de las apuestas en carreras de a caballos, en que arriesgan personas de ámbos sexos i de todos estos, parte grande o pequeña de su caudal, según su animosidad o su posible; los que viven en el campo aunque sean sujetos principales, no tienen rubor de aparecer públicamente en esta apuestas, i aun sus mujeres cojen partido i ponen en apuestas sus mismas manillas ahogadores i arracadas; en las ciudades i pueblos hai el mismo afecto a estas cosas, interesándose así mismo personas principales, aunque las de muchas calidad  con algún recado, i haciendo sus apuestas por mano ajen.

Hai particular que llega a poner en riezgo 800 i 4,000 pesos, pero el cúmulo de todo lo que se arriezga de cada parte, suele llegar a muchos millares, porque hai en esto mui empeñada emulación, de unos pagos i partidas con otros; i aun las ciudades están divididas en bandos i parcialidades con tanta lealtad de los compañeros, que el mudarse de una a otra lo tienen por mal caso i mui reprensible; i aun el dejar de apostar grueso aun cuando llevan tragada la pérdida, solo porque es empeño de los confederados, i qerrán que hagan compañía en el riezgo.

En el vicio de la carrera que se supone ha de ser una estendida llanura, fabrica la jente sus barracas de ramas cuanto basta para morada subitánea de cuatro o cinco días que allí asisten, no faltan como en los ejércitos vivenderos que negocian en cosas de comer i beber.

Luego que se asientan éstos como reales se pasa a hacer las apuestas i conciertos, a que asiste muchas veces algún juez o teniente para darles firmeza con su autoridad, i evitar los tumultos a que era espuesta la confusa muchedumbre, dando media el interés i se hace poco lugar la razón i equidad; el espacio de la corrida es mui vario, de pocas o de muchas cuadras i aun de leguas que a veces llegan atrás; la cuales corren estos valientes brutos con tanta pujanza al fin como al principio, dando indicios no oscuros e que también aspira al vencimiento, como que tuviera lugar en ellos el apetito de la gloria; hai caballos que cuando el contrario se les adelanta, hacen una corta interrupción i le relinchan como manifestando el deseo de acercársele, lo que suelen conseguir echando todo el resto de su velocidad.

Mas en lo que pertenece a su mucho aguante, diré lo que yo mismo he visto, en la misión del viejo Tucapel, .en que yo existí algunos años, están juntos indios i españoles i tiene entre si mucha competencia en estas apuestas.

La carrera ordinaria es la que se hace desde Tagl Tagl hasta el nacimiento de un arrollo llamado Guillinco, espacio como de dos leguas largas i su plan es en esta conformidad;  desde el río Tagl Tagl hasta una meseta que se ofrece, hai dos cuadras de recuesto mui penoso, de ahí adelante se ofrecen otras dos cuadras de llanura mui igual i como anivelada; desde allí hasta dar vista a la casa de nuestra misión, hai otro repecho no tan empinado como el primero, de cinco o seis cuadras; desde dar vista a nuestra casa hasta emparejar con ella hai una baja como de tres cuadras, desde ahí se corre largamente por vereda igual, solo interrumpida de algunos pequeños túmulos.

Acabada esta arrea se comienza a subir casi insensiblemente, luego se empina mas de recuesto  hasta que se acaba en un agrio reventón como de tres cuadras.

Todo esto aguantan de correr pujantes muchos excelentes caballos; i si alguno dudase dar pleno ascenso a nuestra relación, conjeturando que lo mas de esto que llamamos carrera será galope, por parecerle poco semejante a la verdad que la veloz carrera de un bruto dura por tanto espacio i por caminos tan desiguales, les decimos que no crean demasiado a sus conjeturas, i que se  persuada que hai muchas cosas existentes que parece están fuera de la esfera de lo posible nuestra esperiencia ocular, es que saliéndoles a los caballos principales otros mas lerdos que estaban de parada, si los acompañaban una cuadra o poco mas; de ahí adelante comenzaban a quedarse atrás, lo que parece manifiesta que era carrera abierta la de los caballos principales.

Fue famoso un caballo tordillo de los españoles llamado el Manco, no porque lo fuese, sino porque le habrían labrado a fuego la manos. Ese ganó infinitas carreras i dio mucha plata a sus amos i los compañeros de ellos con un tesón increíble.

Era de tan poca velocidad que en ella se le adelantaban los mas de los caballos; algunos dejaban atrás cuatro o cinco cuadras; mas él nunca descaecía i siempre iba acercando mas i mas al contrario, hasta que en cierto término que ordinariamente era en derecera de nuestra casa, lo esperaba a pasos tan del todo que quitaba la esperanza de darle alcance.

El cacique Millahusigue i los indios tenían excelentes caballos, i buscaban otros de mucha fama por la velocidad i tesón; pero con vana diligencia porque nunca conseguía sino salir perdido cuando corrían el Manco.

Así mismo han sido famosos en esta calidad el Siete Colores en la Laja, el Rabicano de Godoi en Chillán, i éste corrió bien hasta 24 años, el Ballo de Leal, en Arauco, el cantor i el Madriña en el Maule, i otros infinitos que fuera largo el contar”.

Fotos del Hospital y lugar donde se desarrolló esta historia relatada por el padre Olivares.

Aquí el padre Olivares relata una afición que se mantiene hasta la actualidad y con bastante auge en los pueblos de norte a sur del país y suburbios de Santiago, pero ahora solo se corren entre 200 a 150 metros de distancia, no carreras largas. Pero las apuestas siguen exactamente igual.

El lugar descrito por el padre Olivares donde se desarrollaban las carreras es en Cañete, donde los nombres de los lugares se mantienen.

Lamentablemente  ninguna Placa ni Monolito recuerda este episodio en la zona descrita, y curiosamente en ese mismo lugar en Cañete estuvo ubicada la “cancha de carrera” oficial del pueblo, lugar donde hoy se construyó el moderno Hospital llamado Hospital Intercultural Kallvu Llanka de Cañete que está diseñado de la forma de una aldea mapuche.

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