Por Arturo Montory G.
Creo de vital importancia en los difíciles tiempos que corren Poner en Valor el Registro Cerrado de la Raza Chilena, nacido en 1893, demostrar su valía y darle un trato de Relevancia Nacional.
Sería un bonito regalo al cumplir sus 130 años en 2023, estando en plena vigencia.
Fuera del mundo criador muy pocas personas deben conocer esta increíble situación de ser el tercer Registro más antiguo del mundo, toda una proeza, seguramente única del país y que enaltece a sus criadores a través de los siglos.
Un proyecto destinado a este propósito colocaría además al caballo de Raza Chilena en un primer plano nacional, y despertaría en muchas personas de ciudades la inquietud de conocerlo y disfrutarlo.
Quiero mencionar algunos párrafos del Reglamento de la Escuela Ecuestre Huasa y título de “maestro arreglador”, nacido de la Comisión Patrimonio y Cultura de Federación del Rodeo Chileno, y que ahora está inserto en el Reglamento del rodeo y que demuestra el valor y la cultura que encierra el caballo de Pura Raza Chilena y el mundo de tradiciones que lo rodea.
Tradición:
“Una valiosa tradición cultural campesina chilena, desarrollada por cuatro siglos, transmitida en forma principalmente oral, produjo como resultado la formación de una escuela ecuestre de arreglo y monta huasadel Caballo de Pura Raza Chilena. Es decir, una modalidad de crianza, amansa, doma, adiestramiento y conducción ecuestre, propia de nuestra Nación, adecuada a las múltiples funciones para las cuales el caballo fue, históricamente, empleado.
Selección:
“Esta Escuela Ecuestre Huasa singular, característica, discernible y en desarrollo hasta nuestros días, está indisolublemente unida al proceso de selección genética, morfológica y funcional del caballo del País, y ha influido decisivamente en la conformación racial del mismo, que lo distingue como el más antiguo y valioso de los caballos vaqueros de América”.
Adaptación al medio:
“Si la nueva y disímil realidad territorial de Chile obligó a la especie a un proceso de adaptación impuesto por las exigencias de un medio natural que hasta entonces desconocía; si las circunstancias históricas impusieron al caballo una enorme variedad de ocupaciones en vastos y variados quehaceres cotidianos, venciendo adversas condiciones de fuerzas y distancias; si el desierto, los valles, los ríos, la Cordillera de los Andes y de la Costa, la selva fría y los lomajes del Sur, los desiertos del Norte y las estepas de la Patagonia, obligaron a una evolución morfológica para el cumplimiento de sus distintos trabajos y la adecuación de sus andares por tierras diferentes, con nuevas alimentaciones y bajo diferentes climas; la sabiduría, el conocimiento, la información y la práctica, vivida y transmitida por muchas generaciones, se transformó en un conjunto de tradiciones y saberes ancestrales, cultivadas como valores, que definieron los principales rasgos distintivos de una genuina escuela ecuestre chilena; en la que intervienen y se reconocen maestros y aprendices, reglas, conceptos, prácticas, usos y costumbres, objetivos, procesos, grados y fases sucesivas de educación; para caballos criados, amansados, domados, arreglados y conducidos en el trabajo silvoagropecuario, el uso bélico y policial, las diferentes destrezas y necesidades del trabajo campesino, la recreación y la competencia deportiva, los que adquirido un sello característico, propio e identitario, como remonta de huasos y soldados”.
Antiguos conocedores:
“Es opinión común y general de los cronistas, naturalistas, viajeros ilustrados y artistas de los siglos XVII, XVIII y XIX, la extraordinaria calidad de los caballos chilenos, que, a partir del siglo XVI, debieron responder, también, a los requerimientos de formación de una actitud, carácter, temperamento, fortaleza y rusticidad y que corriese a la par con la de su jinete. Todos anotan, describiendo el carácter chileno, que criollos, aborígenes y mestizos, se hicieron tempranamente eximios criadores y jinetes, poseedores de una psicología, carácter y temperamento aguerrido, rústico, valiente y especialmente bien dotados para los ejercicios de la equitación”.
Uso del caballo:
“Según si el caballo fuese ocupado en el tiro liviano, en el transporte, en los arreos, en los viajes y patrullas de largas distancias, o como animal de carga y arrastre, o en las actividades ganaderas y agrícolas, o en el uso militar, o en los juegos, torneos o diversiones caballerescas o populares o, sencillamente, en el trabajo cotidiano que incluía la labranza de tierra, la limpieza de campos vírgenes, las trillas de cereales, o la rodeada y aparta de vacunos, la escuela ecuestre chilena ofrecía sus propios modos y métodos de doma y arreglo, mayores o menores, para dar satisfacción a cada funcionalidad. Sin hacer excepción, incluso, el hecho de que una enorme cantidad de caballos nacionales se emplearon a un mismo tiempo en múltiples funciones diversas, sirviendo en todas ellas con igual buen desempeño, aspecto que les hizo célebres”.
Raza:
“La evolución del conjunto de los elementos descritos; la influencia decisiva derivada de la interacción armónica entre el tipo de caballo ideal buscado, las funcionalidades o empleos diversos y el carácter y docilidad requerido para cada una de ellas; la velocidad y destreza física; la fuerza y los andares; la rápidas reacciones, evoluciones y movimientos; la sensibilidad y aptitud vaquera; y la selección morfológica y funcional, tanto en la guerra como en la paz, conformaron los pilares de la Escuela Ecuestre Huasa y su desarrollo hasta el día de hoy”.
“Así llegó este saber propio de la cultura nacional hasta los presentes días manteniendo completa vigencia, realidad que se evidencia en nuestro caballo de Pura Raza Chilena, en el tipo humano del jinete huaso y los deportes vaqueros del movimiento a la rienda, el rodeo y las faenas, destrezas y recreaciones camperas”.
“Un número importante de textos ha reconocido y destacado la evolución del caballo chileno, el huaso, su cultura, y la forma y rasgos nacionales característicos del manejo, monta y conducción del caballo según la Escuela Ecuestre Huasa”.
El caballo corralero:
“Por evolución de las circunstancias históricas, el caballo que subsistió como el más representativo de la raza chilena, es el llamado corralero, vaquero, de vacas o corrales, el de movimiento a la rienda y el de trabajo de campo; y, a éstos se refiere principalmente el presente Reglamento, sin desmerecimiento de los demás tipos dentro de la raza con presencia actual, tales como el de enganche y cabalgata. En tal sentido la Escuela Ecuestre Huasa de hoy, está representada fundamentalmente por los cultores del arte del adiestramiento o arreglo del caballo al modo nacional y tradicional chileno, que integra la sabiduría de los Maestros antiguos, de los actuales y de los que vendrán”.
Patrimonio Natural:
“La Escuela Ecuestre Huasa, ha sido fundamental en la preservación de la evolución histórica y selección del caballo chileno, declarado oficialmente como Monumento del Patrimonio Natural y Cultural de Chile; y por ende constituye un aporte al bienestar animal, a la mantención de la calidad de la vida humana en los ámbitos del trabajo, la recreación y el deporte, especialmente en sus manifestaciones actuales, y constituye un valor cultural en sí misma. Decreto Supremo Número 17, de los Ministerios de Relaciones Exteriores, Cultura y Agricultura, de fecha 29 de marzo del 2011”.