Cordillera de los Andes,
reservorio de biodiversidad.

Cordillera de los Andes

La cordillera de los Andes se extiende por más de 7.000 kilómetros, ocupando la zona occidental de América del sur, bordeando toda la costa del océano pacífico. Se extiende desde el occidente de Venezuela hasta Tierra del fuego, atravesando Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia y sirve como frontera natural entre Chile y Argentina.

No se conoce exactamente el origen de su nombre, pero la teoría más aceptada se refiere a que “Andes” proviene del quechua “anti” que significa “cresta elevada”

Existen posiciones encontradas relacionadas a su formación, donde algunos geólogos indican que la “cordillera de los Andes” surgió de forma abrupta, llegando a los 4000 msnm en “apenas” 3 millones de años. En cambio, otros autores afirman que su crecimiento fue mucho más lento y se produjo al cabo de varias decenas de millones de años.

Pese a la controversia que existe entre los geólogos, la importancia de la “Cordillera” es innegable.

La cadena montañosa regula en gran medida el clima de la región, que repercute en todas las actividades humanas, sobre todo en las económicas. Además, “los Andes” adquiere mucha importancia a lo largo de su extensión debido a que su relieve influye en la fitogeografía, en el hábitat de las especies naturales, determina el régimen de los ríos y sus afluentes, ofrece además una inmensa cantidad de recursos naturales y determina el clima variado que caracteriza a este territorio.

Ecosistemas de montaña, un reservorio de biodiversidad.

Desde el punto de vista ecológico, la Cordillera de los Andes en toda su extensión es considerada como una gran “ecoregión” (unidades geográficas con flora, fauna y ecosistemas característicos) con distintos ecosistemas que varían de acuerdo a la latitud.

En Chile predomina el “ecosistema de montaña”, el 63,8% del territorio se encuentra en zonas montañosas, que se traduce en una fuente de gran riqueza biológica, genética, ecosistémica y de especies. Este ecosistema se caracteriza principalmente por su altitud, pendientes, cambios de temperatura y diversidad climática.

Cabe señalar que gran parte de la biodiversidad del mundo se desarrolla y sostiene en “ecosistemas de montaña”, esto se debe a que la población mundial está establecida en valles y territorios planos, “ganándole” terreno a los ecosistemas de zonas bajas, por lo que la flora y la fauna buscarán alimento, refugio y protección en zonas altas.

En la zona norte de Chile, la cordillera de los Andes nos ofrece un ecosistema único en el mundo, que es compartido con un par de países vecinos. Se trata del “ecosistema altiplánico”. En esta zona, la cordillera presenta una alta actividad volcánica que dio origen a esta meseta alto andina, de prácticamente 4500 msnm y que constituye este exclusivo ecosistema que concentra el 60% de la avifauna del país y una exclusiva flora adaptada a estas condiciones extremas.

En la zona centro, un gran porcentaje del territorio está ocupado por montañas. En estas se desarrollan diversas actividades productivas, económicas y recreativas. En esta parte de la cordillera, existe un ecosistema rico en biodiversidad que está presente en las zonas más bajas de cordillera como son los bosques del tipo forestal esclerófilo y en las zonas altas, la estepa altoandina, representada por una importante diversidad de arbustos achaparrados.

En la zona sur, el ecosistema de montaña posee distintas características respecto a los del norte y del centro. La altura en esta parte de “Los Andes” empieza a decaer permitiendo el desarrollo de abundantes formas de vida, donde predomina el bosque nativo y toda la biodiversidad que ellos mantienen.

Es por lo anterior que gran parte de áreas protegidas de nuestro país se encuentran en las zonas cordilleranas, salvaguardando así la biodiversidad y los ecosistemas de montaña.

Gestión sustentable de los ecosistemas de montaña.

En muchos sectores, estos ecosistemas se encuentran bastante intervenidos, debido a que la mayoría de los espacios naturales se encuentran alterados por acción antrópica y muchos de ellos sin un adecuado sistema de uso y explotación de los recursos que son parte del ecosistema.

Sin embargo, existen iniciativas orientadas a la conservación de la biodiversidad de estos ecosistema, tales como las “rutas patrimoniales” promocionadas por el Ministerio de Bienes Nacionales, que consta de disponer de terrenos fiscales para la habilitación y gestión de espacios públicos patrimoniales. Este programa creado en 2001, con el objetivo de socializar espacios con alto valor social, natural, paisajístico y/o históricos culturales desarrollando recorridos transitables en vehículo, a pie, bicicletas o cabalgatas.

Actualmente se encuentran habilitados 72 “rutas patrimoniales” en todo Chile, muchas de ellas en zonas cordilleranas, dotadas de señalética de mínimo impacto, generando rutas que hablan de un patrimonio diverso, muchas veces desconocido.

La relativa falta de protección a estos ecosistemas de relevancia muchas veces subestimada, se contrasta con la cada vez más activa corriente de conservación donde la creación de áreas recreativas y turísticas, tanto públicas como privadas, sumado a la innovación de actividades al aire libre relacionadas al ecoturismo, pueden constituirse como una buena estrategia de gestión sustentable de los ecosistemas de montaña asegurando así el resguardo necesario para la conservación de la biodiversidad y su buen uso.

Autor: Frank Trebilcock Arrivé.

Artículos Relacionados

Menú