© 2021 Luis Miguel Urrechu
Este trabajo da una idea excelente de la experiencia hecha en Alemania con mulos de Baviera y de la provincia de Hannover empleados en artillería de montaña durante la campaña rumana.
Selección
Los animales de más de 1’55 metros de talla fueron eliminados como animales de carga, porque las tropas no podían elevar hasta el dorso de los mismos las pesadas cargas de artillería.
Como acémilas de artillería se eligieron animales robustos, de dorso recto y de 1’53 metros por término medio y, como portadores de municiones, los menores de 1’40-1’50 m.
Para silla, sirvieron sobre todo los de talla elevada pero de buena conformación y de marcha rápida. Los de más de 1’55 m. sirvieron para el arrastre de los carros de municiones, enganchados unos tras otros. Este ganado se habituó bastante pronto a la silla y a la carga, y su empleo como animales de tiro tampoco tuvo dificultades.
Características del mulo
El mulo desarrolla una fuerza muscular considerable, soporta tranquilo los atalajes y, cuando no ha podido arrancar el carro, repite las tentativas después de descansar un poco. Por esto debe tratársele con calma y paciencia. Al cabo de unas cuatro semanas estaba ya el ganado perfectamente adiestrado y pudo enviarse la sección a campaña. Aquí pudo apreciar el autor perfectamente la utilidad del mulo como animal de trabajo en la montaña. Venció todas las dificultades con relativa facilidad. Caminos resbaladizos, empinados y endurecidos por el frío, fueron recorridos con seguridad y velocidad uniforme, cuando los conductores caían a menudo, a pesar de llevar calzado adecuado.
Sentido de la orientación
Resultó ventajoso el tiro de 3 o 4 animales, unos tras otros. Lo mejor fue dejarlos marchar libremente y así, ocurrió con frecuencia que hallaron a menudo senderos cubiertos de nieve, mejor que los conductores (1).
Al descender por caminos lisos y muy pendientes, se apoyaban en su tercio posterior, y así resbalaban y descendían, sentados como perros, utilizando sus miembros anteriores como frenos. Sólo dos mulos mostraron miedo al descender pendientes muy pronunciadas y al ruido de la artillería o de los fusiles, pero esto se remedió enseguida mediante anteojeras.
También resultó el mulo muy apropiado para la silla en la montaña, y los prejuicios que a este propósito existen en algunas partes no están justificados. Para ello fueron elegidos mulos de buena casta, que eran generalmente de temperamento vivo y trotaban bien.
Ventajas sobre el caballo
Los mulos tienen sobre los caballos la gran ventaja de que no se excitan tanto ni sudan tan pronto, ni se fatigan tanto después de grandes esfuerzos. Son, además, muy frugales por lo que atañe al pienso y a los cuidados higiénicos. La ración era de 2/3 de la ordinaria del caballo. Los animales mayores recibían más. Los de menos de 1’50 m. menos. Una ración diaria de 3 kilogramos de avena, 2 de paja corta y 4 de heno, bastó completamente, pero también fue bien soportada una reducción considerable, como lo demostraron las experiencias relativas al paso de las montañas de Fogaras, de más de 2.400 metros de alto, de la Transilvania.
Entonces no se disponía para ellos más que de 1-2 libras de avena diarias y hierba seca y musgos que los mismos animales descubrían debajo de la nieve, y de ramas y cortezas de árboles (hayas). En estas condiciones los mulos enflaquecieron poco; en cambio, muchos caballos quedaron en los huesos y murieron de agotamiento.
Como pienso seco dieron los mejores resultados el heno tosco de los prados o la paja de centeno y de avena. La avena mezclada con azúcar fue aceptada con extraordinario apetito, pero el azúcar produjo frecuentemente arestines. Las hojas tiernas de los árboles, especialmente las de hayas fueron un excelente accesorio del pienso, en lugar del heno y de la paja. La ingestión de ramas de abeto y de retama no redujo trastornos gástricos.
El mulo lo come todo; devora el cuero, los morrales, los pesebres, las tablas de separación entre unos y otros animales, las maderas de los vagones del ferrocarril y hasta las mantas y cubiertas de la silla. Los ronzales de cuerda hubieron ser sustituidos por cadenas; los morrales únicamente deben emplearse en caso de necesidad y, en tiempo de paz, son preferibles los pesebres de hierro.
El trato
Las barras divisorias no son convenientes, pues los animales gustan de hallarse unos juntos a otros. Es muy taro que se den coces entre sí; en cambio, las lanzan contra las barras de sus flancos y se hieren a menudo contra ellas.
El mulo tiene menos sed que el caballo; basta darle agua en invierno una vez y en verano dos veces al día. Durante las marchas, también aumenta la sed del mulo mucho menos que la del caballo. Asimismo es muy resistente a los cambios de temperatura, al frío, la humedad y a los malos abrigos, merced, sobre todo, al espesor de su capa. Tiene mucha importancia un buen cuidado de su piel para disminuir el prurito, que se observa tan a menudo y que hace que el animal, incluso ensillado o cargado, se revuelque por el suelo.
Los conductores encargados de los mulos deben tratarlos con calma y paciencia. Mediante caricias y palabras se consigue mucho mas que mediante golpes, pues el mulo no es malo, sino dócil. Conviene que el cabezal sea por lo menos de 10 centímetros de ancho en la nuca y esté recubierto de piel de corzo, porque si no los animales pueden herirse la cabeza al tirar hacia atrás. En casi todos los casos la malignidad es provocada por los malos tratos. El número de los animales malignos es de 3’6 por 100 en los mulos y de 3’3 en los caballos.
El mulo es extraordinariamente resistente a las enfermedades. Las internas, como cólicos y enfriamientos, constituyen una cifra muy reducida y las dolencias externas, como por ejemplo las cojeras, son relativamente raras.
En diez meses, de 83 mulos fueron desechados o sucumbieron 3, y en cambio, de 150 caballos murieron o fueron desechados 17.
Enfermedades y heridas
La papera, seguida de absceso retro faríngeo se presentó en tres casos en mulos de 4-5 años y su curso fue benigno. Clínicamente presentaron disfagia, flujo nasal amarillo rojizo y en algunos Casos verdoso, ligera elevación de la temperatura y ligero infarto de los ganglios linfáticos del canal exterior. Un solo caso de pulmonía curó en ocho días, mediante compresas de Priessnitz.
De cólico sólo enfermó un animal y murió; la causa del cólico fue un exceso de alimentación y la necropsia descubrió una rotura del omento y del diafragma.
El autor atribuye un extraordinario número de arestines a la alimentación azucarada y agrega que esta enfermedad en el mulo suele diagnosticarse tarde, a causa de la longitud de los pelos del menudillo y porque la mayoría de los animales se resisten a la limpieza de esta región.
Las heridas fueron causadas por coces, alambre de espino, caídas en las montañas, magullamientos y rozaduras. Un garañón, al intentar montar a una yegua recibió una coz en el pene y la infección consiguiente hizo necesario el sacrificio.
Las heridas por presión de atalajes únicamente ocurrieron en tres casos; al parecer, la piel del mulo es mucho más resistente, elástica e insensible a las heridas que la del caballo. En Serbia y en Rumanía son muy frecuentes las mataduras de la cruz con formación consecutiva de fistulas, según dijeron al autor otros colegas.
Muchas veces ocurrió que los animales cayeron en caminos muy abruptos a 20-30 m y aun a 50 metros de profundidad, sin causarse graves daños. Las heridas leves producidas por proyectiles, de infantería y artillería ocurrieron muy a menudo y curaron pronto y bien. Las afecciones de los tendones y vainas tendinosas y la infosura no se observaron. Tampoco se advirtieron las enfermedades producidas por esfuerzos, al contrario de lo que pasa con el caballo, y a pesar de haberse exigido siempre de los mulos grandes fatigas.
Precauciones
En el tratamiento de los mulos enfermos, particularmente de afecciones quirúrgicas, heridas, arestín, encordaduras) fue menester siempre proceder con gran precaución. Nunca se recomendará ésto bastante. Hasta los animales más mansos y dóciles, se vuelven malignos en estos casos. Nunca se pudo practicar examen alguno del tercio posterior sin levantarles una mano y aplicarles un torcedor en la nariz. Prestó servicios excelentes un collar muy ancho y fuerte provisto de doble cadena y atado a un árbol. El único medio de sujeción fue el potro. También fue necesario para el herrado, y algunos animales hasta hubieron de ser derribados.
Los cascos
El casco crece más aprisa y es más duro y fino que en el caballo, la tapa es también más fuerte. Sin embargo, los animales no pueden ir desherrados, por el gran desgaste de sus cascos. El herrado debe renovarse por lo menos cada tres semanas. Las herraduras con ranuras y cuatro agujeros y con relieves dieron buen resultado, y lo mismo las provistas de talones atornillados a los callos.
La cuestión de los callos o talones H no está clara, pues Abel no está contento de los resultados que le dieron en la campaña serbia. También se usaron los callos atornillados para agarrar mejor. En este caso es necesario instruir bien al conductor acerca del atornillamiento en la montaña.
La pared o muralla debe rebajarse mucho y la palma respetarse todo lo posible para permitir la formación de una superficie plana. Son indispensables clavos cortos y fuertes.
Las suelas de paja para evitar el atascamiento de nieve no dieron resultado en la alta montaña. Resultó mejor engrasar el casco antes de las marchas, y una protección excelente fue llenar la palma con una almohadilla de cuero.
En conclusión
Sintetizando, el autor hace resaltar que el mulo es el único animal que ha dado resultado para la artillería de montaña, tanto para la carga como para el tiro y la silla y que, por lo mismo, debe procurarse tener ya en tiempo de paz una reserva permanente de mulos.
Los mulos de 1’50-1’55 de talla resultan cómodos para cargarlos a lomo y marchan por las altas montañas con mucha mayor seguridad que los animales más altos. Además, los animales pequeños necesitan menos pienso que los mayores, cosa de importancia por las dificultades del aprovisionamiento en la montaña.
El autor cree que la solución del problema de la cría de mulos, a pesar de las diversas dificultades que tiene, puede perfeccionarse incluso en Alemania, hasta hoy tributaria del extranjero en este punto. Para lograr tal fin, recomienda el establecimiento y la selección de garañones y de yeguas.
(WYSSMANN. Schsweicer Archiv für Tierheilkunde)
(1) Esta observación exactísima del Dr. Weichlein, me hace recordar una marcha por una carretera de los Pirineos cubierta de nieve, en plena noche y nevando copiosamente. De no haber podido andar agarrado a la cola de un mulo que me sirvió en aquellas tinieblas de lazarillo inmejorable, yo me habría extraviado y habría perecido indefectiblemente, sepultado en la nieve acaso en el fondo de una sima. P. FARRERAS.
(Extraído de Deutsche Tierätzliche Wochenschrift, 1917 y publicado en la REVISTA VETERINARIA DE ESPAÑA en 1.918)